miércoles, 4 de mayo de 2016

Estación de Canfranc. I. Edificio de Viajeros

Inauguración. 18 de julio de 1928

Fachada del andén español. 1 

Fachada del andén español. 2

Fachada del andén español. Entrada al vestíbulo principal

Entrada a la estación por el andén español

Fachada del andén español. Vista desde el pueblo

Fachada del andén francés desde el Paseo de los Melancólicos. 1

Fachada del andén francés desde el Paseo de los Melancólicos. 2

Fachada del andén francés desde los muelles de carga. 1

Fachada del andén francés desde los muelles de carga. 2

Fachada del andén francés. 1

Fachada del andén francés. 2

Fachada del andén francés. Detalle. 1

Fachada del andén francés. Detalle. 2

El edificio de viajeros de la Estación Internacional de Canfranc fue diseñado por el ingeniero alicantino Fernando Ramírez de Dampierre en un estilo, que va desde el Clasicismo al Art Noveau, pasando por el Modernismo y el Art Deco.

Su grandiosidad responde al deseo del Gobierno Español de que la estación se convirtiera en un escaparate que mostrara a Europa la seriedad, solvencia y modernidad del país.

En 1921 comenzaron las obras en la parte central de la explanada de Los Arañones, justo a la salida del túnel de SomportRamírez de Dampierre murió antes de ver terminado su proyecto, que se encargó de continuar el bilbaíno Domingo Hormaeche, quien no dudó en hacer ciertas modificaciones estructurales que confirieron al edificio una mayor durabilidad. La principal novedad constructiva aportada por el vasco fue la estructura de hormigón armado y la cubierta, ahora sustituida, y que originalmente fue de pizarra. Piedra, hierro y cristal terminaron de dar forma a un edificio que ocupa una superficie de 3.012 metros cuadrados y que se distribuye verticalmente en tres alturas.

Con una longitud que oscila según las fuentes entre los 241 y los 246 metros, tiene dos fachadas iguales y simétricas, correspondiendo la exterior al andén español y la interior al francés.

A cada lado hay 75 puertas que daban acceso entre otras a las dependencias de las compañías ferroviarias Norte de España y Midi Francés, a las aduanas francesa y española, al telégrafo y a las dos oficinas de correos, al restaurante y a la cantina, al servicio médico, al Banco de España y al gran vestíbulo. Éste, con una altura de 25 metros, ocupa la parte central del edificio y en él se vendían los billetes y se atendía a los viajeros en unas espectaculares taquillas de madera. También estaban allí la oficina de cambio, la biblioteca y las entradas a la cantina, a la sala de equipajes, a las salas de espera, al restaurante y al Hotel Internacional.

La plantas segunda y tercera además de las habitaciones del hotel albergaban diferentes oficinas que no requerían acceso público, y viviendas para 30 familias. 365 ventanas, se repartían por todo el edificio,“tantas como días tiene un año” como aseguraba la propaganda.

El complejo ferroviario fue durante muchos años el más monumental del país, aunque la leyenda lo situaba ya por entonces como la segunda estación de ferrocarril más grande de Europa, sólo superada por la de Leipzig, la realidad era que existían otras estaciones mayores, pero no resulta menos cierto que la Estación Internacional de Canfranc era un verdadero palacio con tejados de pizarra, escaleras de mármol y apliques art decó. Su construcción exigió diez años de obras y obligó a modelar la ladera del monte con muros de contención y 2,5 millones de árboles, en su mayoría pinos silvestres, para frenar la erosión y evitar así el riesgo de derrumbes y avalanchas de nieve.

A última hora se añadió en el lado sur una pequeña caseta de aseos para que los viajeros que esperaban al tren no tuvieran que perderse por el edificio principal. Por supuesto también estaba dividida en dos: una mitad española y otra francesa.

Normalmente el edificio de viajeros de una estación se sitúa con una fachada de cara a la población haciendo las veces de entrada y la otra como acceso a vías y andenes. Pero el caso de Canfranc es excepcional al necesitar vías en ambos lados, unas de ancho ibérico y otras de ancho internacional. Además, durante los transbordos, el propio edificio hacía las veces de paso fronterizo, por ello el edificio de viajeros de la estación de Canfranc estaba “aislado” y para acceder a él desde el pueblo fue necesario construir un paso subterráneo que partía del pabellón acristalado que hay a la entrada del complejo y que desemboca en el centro del vestíbulo.

Las instalaciones destinadas al tráfico de viajeros se terminaron de construir en enero de 1925 pero aún deberían esperar tres años para poder ser inauguradas. El 17 de mayo de 1928 un tren en pruebas cruzó por primera vez el túnel de Somport, algo que fue celebrado con alborozo a su llegada a la estación. La línea se abrió al tráfico de manera oficiosa el 11 de julio de 1928 con la llegada del primer tren desde territorio francés y una semana más tarde, el día 18, el Rey Alfonso XIII y el Presidente de la República Francesa Gastón Doumergue inauguraban oficialmente la Estación Internacional.

El tren que transportaba a la delegación española llegó a las once de la mañana mientras que el francés lo hacía un cuarto de hora más tarde. Después de la revista a las tropas por parte de ambos mandatarios y de una reunión en el interior de la estación, se celebró un banquete para 300 comensales en un comedor improvisado en lo que posteriormente sería el servicio postal. A la hora de los brindis el monarca español no dudó en declarar que “los Pirineos ya no existirán más” aunque el tiempo se encargó de desmentir en numerosas ocasiones dicha afirmación. Posteriormente la comitiva se subió al tren francés y juntos cruzaron el túnel en dirección a Forges d’Abel.

Hasta aquí el relato relativo al edificio de viajeros de la Estación Internacional de Canfranc, y que he construido a partir de los contenidos del blog Esperandoaltren.blogspot.com.es, de Wikipedia.org y de Elcorreo.com. Desgraciadamente no puedo ofrecer imágenes de las diferentes estancias del edificio porque el acceso es restringido y además sólo por ciertas zonas, aunque no creo que haya cambiado mucho desde la primera vez que accedí libremente a su interior en el año 2001, y me impresionó tanto destrozo, inmundicia y abandono de aquellos majestuosos espacios. Al menos el envoltorio conserva la grandiosidad de sus buenos tiempos, aunque en sucesivas entregas veremos el estado en que se encuentran el resto de instalaciones del complejo ferroviario de Los Arañones.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario