domingo, 10 de marzo de 2013

De Portugal II

Arco da Vila. Faro

Ciudad antigua. Faro

Torre Sineira. Igreja da Sé. Faro

Museo Arqueológico. Faro

Vía Litoral. Faro

Cárcavas en la Praia da Falesia. 1. Algarve

Erosión. Praia da Falesia. Algarve

Cárcavas en la Praia da Falesia. 2. Algarve

miércoles, 6 de marzo de 2013

Alcaraz II

Calle Mayor. 1

Calle Mayor. 2

Casa de los Guerreros. Calle Mayor. 3

Casa de los Galianos. Calle Mayor. 4

Calle Mayor. 5

Calle Mayor. 6

Calle Mayor. 7

Calle Mayor. 8

Continuando con las rememebranzas Alcaraceñas, y para rematar la serie, diré que allí conocí el vino Estola, que visité el Santuario de Cortes, que transité por la Sierra del Agua, que comí por primera vez lomo de Orza y chorizos de venado en El Batán, que recordé en las fiestas las jotas manchegas que cantaba y bailaba mi madre cuando yo era chico, que disfruté viendo a los mozos del pueblo intentar alcanzar un jamón en lo alto de una cucaña en la fiestas de El Bonillo, que me perdí unos gazpachos manchegos auténticos hechos por los pastores y a los que Luis, el vecino de la casa de abajo  nos invitó, y de los que disfrutó mi consorte divinamente tras aprender a comerlos con la cuchara en la mano y paso atrás.

También apareció la Guardia Civil en mi puerta, pero no para prenderme como a El Pernales, sino a buscarme por encargo de mi suegro que no encontró otra manera para localizarme un plácido día de agosto. Esto hoy día se habría solucionado con una llamada de móvil, pero entonces, la mejor forma de encontrar a alguien en el medio rural, seguía siendo recurrir a la Benemérita. Y fue para bien, porque conseguí enterarme a tiempo de que a la vuelta de vacaciones me esperaba un trabajo. ¡Bien por la iniciativa de mi Coronel!

Y aunque solo he traído fotos de las plaza y calle Mayor, Alcaráz es más, mucho más, y sus alrededores, Vianos, Bogarra, Villanueva, Peñascosa, Paterna del Madera, Montiel ... son para perderse.

viernes, 1 de marzo de 2013

Sede Vacante

El sitio está vacío. Adiós


Un poco huérfanos sí que nos hemos quedado. Los católicos, digo; más o menos practicantes, nos hemos quedado descolocados con esta renuncia del Santo Padre a seguir pastoreando su díscolo rebaño en primera persona.

Este Papa ha dado más que hablar en quince días, que en ocho años de pontificado. Me refiero claro, al saber y entender del común de los mortales, o sea, al mío. Otro cantar será lo que haya ocurrido en los entresijos de la Iglesia durante estos años y que no ha trascendido los muros vaticanos. Ahí dentro seguro que sí se ha hablado y mucho de lo divino y de lo humano.

Aquí fuera lo que se valora son los gestos, las imágenes... Y la imagen más repetida ha sido la del Papa despidiéndose de unos y de otros y repartiendo recaditos a diestro y siniestro, -que seguro más de un siniestro se habrá dado por aludido- y esa otra ascendiendo a los cielos en un helicóptero blanco, cuasi transportado por el Espíritu Santo a su última morada.

Puestos a la simbología y repantingado en mi sillón del que no me moví durante la histórica transición del Santo Padre, me vino el recuerdo de la película de Tom Hanks, Angeles y Demonios (esa en la que cuentan un complot urdido  dentro del Vaticano por el Camarlengo para liquidar al Papa y hacerse con el trono de San Pedro y que no lo consigue por los pelos, y Tom Hanks, claro), cuando en pleno clímax de la acción, el heroico Camarlengo agarra la bomba de antimateria y se sube al helicóptero para alejar el peligro en un ascenso vertiginoso y al poco, regresa en paracaídas entre el entusiasmo del respetable por su acción y a pique de que lo nombren nuevo Papa por aclamación.

Y no, no voy a caer en comparaciones más o menos afortunadas entre la película y la realidad, porque sería dar pábulo a las barbaridades que estos días se escuchan en los medios (y en los tercios también). Pero sí diré que un Papa que ha puesto en su sitio a más de un cardenal y a más de un obispo, que ha fijado y dado esplendor a la doctrina de la Iglesia, que ha arreglado el catecismo, que ha pedido perdón por los pecados de otros, y que se ha ido cuando ha dejado de encontrarse útil para su misión, ha demostrado tenerlos bien puestos y ser digno, cuando menos, del respeto y la admiración de los creyentes (y de los demás también)

Adiós, Papa.