El grifo |
Esto es que hace un año aproximadamente, encargamos en un establecimiento especializado, Ledoy Menhir, creo que se llama, o algo así, la reforma parcial de un cuarto de baño para sustituir la bañera por un plato de ducha, y aprovechar para alicatar la zona intervenida.
Con vistas al futuro, esto es algo muy común en personas que piensan que con el tiempo será más dificultoso acceder a una bañera que transitar a una ducha. Me incluyo, aunque estoy seguro de que me quedan muchos y felices años de poder levantar alternativamente las piernas para acceder a una bañera.
El caso es que nos pusimos en manos de un técnico diseñador del citado Ledoy Menhir, con el que en las sucesivas visitas entablamos una muy agradable relación, y nos transmitió la confianza suficiente como para aconsejarnos, dentro de nuestro presupuesto, los materiales más adecuados para nuestra pequeña obra.
Renato, arquitecto, que por circunstancias de la vida ha recalado en el centro al que acudimos, y en el que se dedica a realizar proyectos para reformas de baño, como decía, nos aconsejó en todo, desde el pie de ducha más adecuado, hasta la mampara, pasando por la grifería, donde atendiendo al especial deseo de mi querida esposa, nos dirigió a un grifo termostático que regula la temperatura del agua, de modo que esta siempre sea la misma cada vez que se utiliza.
La obra fue un éxito, la cuadrilla que vino (del este... de Europa), la liquidó en dos días, prácticamente sin incidencias reseñables: un par de traspasos broca-pared y el tirador de la mampara mal ajustado, no es nada para la que liaron y como quedó cuando se fueron, que solo hubo que limpiar algo de polvo y fregar. Un 10 para Renato y un notable alto para la cuadrilla.
¿Y entonces, qué? Pues que en lo más crudo del invierno, en medio de una placentera ducha, de golpe y porrazo, el agua calentita se convirtió en gélida y mi querida esposa se convirtió en la sufridora directa del primer fallo del termostático. Y como este apenas tenía un año, pues la culpa al calentador. Ángel, nuestro fontanero de cabecera, cuando terminé de contarle lo sucedido, no dudó: los grifos termostáticos no se llevan bien con los calentadores de gas, y sí con los termos eléctricos. Un tema de demanda de agua, de flujos, y otras explicaciones, cuya conclusión fue que lo mejor era cambiar a un grifo normal.
Como mi querida esposa se resistía a perder su termostático, toqueteamos los mandos del calentador, por si..., y aguantamos un tiempo hasta que volvió a ocurrir el desastre con los mismos protagonistas. Ahí se acabó la resistencia. Visita a atención al cliente de Ledoy Menhir, explicación del caso, renuencia inicial del responsable bajo la premisa de que el suceso era muy poco frecuente, insistencia por nuestra parte para el cambio, aceptación de contrario, elección de nuevo grifo y dos meses después, tras algunas incidencias que me salto, por no alargar, dos operarios muy dispuestos llegan a casa a las 14:30h. (habían quedado a las 13:00h.) con una caja y una llave inglesa. Claro, nos pillan en mitad del cocido, pero bueno, como estaba muy caliente y queremos que nos pongan el grifo, dejamos la comida y atendemos a la visita.
Diez escasos minutos después, nos piden que abramos el agua y nos vamos a probar el nuevo grifo. Funciona a la perfección, el calentador se enciende ante la demanda de agua caliente y esta sale por la alcachofa tan ricamente. ¡Misión cumplida! Nos confirman lo de la mala relación de los grifos termostáticos con los calentadores de gas, se van con la caja y la llave, y nos terminamos el cocido, un poco más tibio de la cuenta, pero ha merecido la pena. Por fin podemos desclausurar nuestra flamante ducha, después de casi tres meses inactiva.
¡Ah! Pero la dicha no es completa, la celeridad en el cambio de grifos tenía gato encerrado; cuando tranquilamente nos fijamos en él, resulta que los embellecedores que, en teoría, y en el folleto también, son cuadrados, a juego con la forma del grifo, ¡pues son redondos!, sencillamente no los han cambiado, total para qué, si no se van a dar cuenta, si son un par de abuelos, qué más les dará, pensarían los muchachos que iban ya pillados de tiempo.
Pues eso, que podemos estar haciéndonos mayores, pero lelos aún no estamos, gracias a Dios, y por mucho tiempo. Y listillos siempre habrá, pero en este caso, Ledoy Menhir no ha quedado muy bien a causa de ellos.