domingo, 21 de mayo de 2023

Cabecicas Blancas


Plataneras

Moreras en arco

Flor de ajo

Formación de cúmulos

Barraca huertana con jacarandas

Rocky, el perro limonero

 

Con más de un mes de antelación, comida programada en el huerto de Fernanda, un sábado de mayo, en Murcia, fecha ideal, ni frío ni calor, solecico agradable. Según va llegando, tras meses sin ver una gota, el sábado anterior se desata la mundial en Murcia y se pasa por agua el Festival Warm Up de música, que tiene que ser suspendido y cuyas imágenes salen en todos los telediarios. Primer aviso.

Durante la semana un ojo puesto en la previsión del tiempo que inexorablemente da lluvia para el sábado; ni el viernes ni el domingo, el sábado. La cosa es peliaguda porque la comida es al aire libre, sí o sí, en una hermosa terraza bajo techo. El viernes se confirma: va a llover de 3 a 5 de la tarde. Aún así tiramos para adelante, que tenemos ganas de vernos y de comernos el arroz con verduras de Paco.

La suerte nos acompaña, aperitivamos y comemos pronto, por si acaso. Del arroz, para doce y con repetición, no quedó ni un grano. A las dos y media habíamos terminado sin que hubiera caído una gota, aunque sí amenazas de tormenta con nubarrones y truenos que suenan cada vez más cerca. A las cuatro se desata el chaparrón; media horica jarreando con entusiasmo, limpiando los árboles, el ambiente, sacando el olor a la tierra mojada y los limoneros, a la huerta recién regada. 

Y como llegó se fue, pudimos continuar la tertulia con el café, pasear, ver los huertos de la zona, saludar a Rocky, el perro limonero del vecino, mitad pastor alemán mitad perro lobo, al que le encanta que le tiren naranjas y limones, que una vez exprimidos en su bocaza te trae todo baboseados para que se los vuelvas a tirar. Tiempo hubo para todo, hasta para una clase magistral sobre la vida a bordo de un submarino de la Armada.

Si te fijas bien en las fotos y vídeos, lo mismo puedes estar en un paraje tropical, que en una zona monzónica, y es que el huerto de Fernanda da para eso y para mucho más.

sábado, 20 de mayo de 2023

Buzones I

Andorra la Vella

Borce. Francia

Pamplona

Andorra la Vella

Caravaca de la Cruz
Kaunas

Kaunas

En el desván de los borradores tenía este recopilatorio de buzones que a lo largo del tiempo he ido fotografiando. La verdad, no se por qué seguían ahí. Hasta ayer; ayer le encontré la utilidad tras tanta espera. Cuando volví de la farmacia (destino bastante habitual y cada vez más frecuente) abrí el buzón mecánicamente y para mi sorpresa me lo encontré lleno de sobres. Lo que hasta hace unos años era algo habitual, ahora no deja de ser un hallazgo extraordinario encontrar correo en el buzón.

Recuerdo que la ranura del buzón era algo así como una ventanita a otros lugares, una rendija por la que al asomarte te permitía durante un instante dejar volar la imaginación hacia el origen de esas cartas o postales que se vislumbraban en la oscuridad. Hace mucho, mucho tiempo, por ahí nos llegaban noticias de la familia, de los amigos que estaban lejos, de los bancos, de la Administración, ¡de todo! El buzón junto con el teléfono eran nuestros medios de comunicación con el exterior.

A mí la temporada que más me gustaba era la Navidad, me encantaba enviar felicitaciones navideñas a mis amigos y familiares, hasta tenía una lista para no dejarme a nadie (siempre tan ordenado) y por supuesto, me chiflaba recibir las felicitaciones de los demás que iba colocando cuidadosamente abiertas sobre cualquier repisa, donde permanecían durante todas las fiestas. Aún conservo muchas de ellas.

Aquel hábito fue perdiéndose poco a poco, y el envío y la recepción de un christmas navideño ahora se ha convertido en algo excepcional, tanto, que los únicos recibidos en los últimos años, han sido los de nuestros vecinos ingleses en el pueblo, que mantienen esa bonita costumbre, y que aunque viven cuatro casas más allá, cada año rompen las telarañas de nuestro buzón con su cariño y buenos deseos.

Y con los christmas se fueron las cartas manuscritas, los sellos dejaron de pegarse con la lengua y se convirtieron en pegatinas, después los resguardos de los recibos pagados por el banco también fueron dejando de llegar, hasta que lo único que encontramos en el buzón, cuando lo abrimos de uvas a peras, son los avisos de certificados no entregados, alguna que otra publicidad cuyo repartidor ha conseguido colarse en el portal, y poco más hasta que entramos en periodo electoral y el buzón como que se esponja de gusto cuando lo abres y te dice: - ¡Mira como cumplo, estoy a tope!  

En esas estaba, cerrando su puertecilla con una mano y la otra cargada de promesas electorales, cuando entró mi vecino Pepe y al comentarle la profusión de correo recibido me espetó: -¡Una verguenza! ¡Que se gasten un dineral en esto cuando todos sabemos lo que vamos a votar! Menos mal que ya me lo dijo en el ascensor y no creo que el buzón lo oyera, porque seguro que no le habría sentado nada bien con lo contento que estaba.

Creo que con el correo electrónico, los teléfonos inteligentes, las videollamadas y toda la parafernalia que ha sustituido al correo tradicional, los buzones han quedado obsoletos y únicamente sirven ya para dar pista de en qué piso y letra viven fulano y zutano; y a eso, en estos tiempos, y con la Ley de Protección de Datos, quizá habría que darle una vuelta.

¿Habrá llegado el momento de sustituir los buzones por taquillas que permitan recoger los envíos que nos llegan de nuestras compras por internet?

jueves, 18 de mayo de 2023

Profecías, Predicciones, Augurios y el 5


Todo comenzó con el 5. Como casi cada noche, entre serie y serie de Netflix, o lo que toque, mientras hacía zapping en el teléfono, me apareció el Festival de Eurovisión, que ya iba por las votaciones.

- Anda, ponlo, a ver como le va a España.

Y ahí andaban terminando con el voto de los jurados profesionales, que dejó a nuestra Blanca Paloma posada en un digno noveno puesto. Pero fue comenzar el televoto y todo se desmadró. Empezaron a adelantarnos a derecha e izquierda mientras caíamos poco a poco en la clasificación. Hasta que le llegó el turno de recibir votos a España, un poco después de Noruega que iba por detrás y se puso segunda con los 216 votos recibidos.

- ¡Ya verás, seguro que ahora remontamos!

- Y el voto popular da a España... ¡5! dije yo sin pensar, ¡¡¡5!!! soltó la presentadora ante nuestro asombro, y seguro que el de alguno más.

- !Para qué dices 5! ¿Por qué eres tan negativo? Hay que tener una actitud positiva ante la vida, y esto, y lo otro...

¡Como si mi 5 hubiera influido mágicamente en la votación y si hubiera dicho 500 habríamos ganado!

Dicho esto, yo soy de los del vaso medio vacío y de los de plantearme todos los escenarios posibles en cualquier situación, incluidos los que los optimistas obvian. ¡Qué le voy a hacer! soy así y tengo la suerte de vivir con una optimista nata hasta la médula que me contrapesa y no permite que me ahogue en el culo del vaso.

Esa suerte tengo, por la que doy gracias a Dios cada vez más a menudo. 

Esta casualidad, porque fue eso, casualidad, me lleva a pensar en todas esas premoniciones del Nuevo Nostradamus, de Baba Vanga y tantos otros, incrustadas preferentemente en los medios de comunicación digitales, que tienen como denominador común, no el vaso medio vacío, no, ¡ojalá! sino muertes, guerras, plagas, destrucciones y apocalipsis a cual más terrorífica, y que de cumplirse, esto va a quedar como un solar, no una, sino cuarenta veces, por poner un número, antes de que a esta bendita tierra la engulla el Sol cuando toque.

El año que viene, cuando llegue el televoto, te juro que digo ¡500! ¡por estas que son cruces! y a ver si conjuro de una tacada mi racionalismo (pesimismo) vital, y ya de paso espanto todos esos malos augurios que se ciernen sobre nosotros.

¡Dicho queda!