Ya va faltando el siguiente... sin pelo, con gafas y tripita... |
Hacha de mano. (Edad de piedra) |
Piedra de mano (Edad de...) |
Es lo que tiene el campo, que está lleno de cosas; como diría mi sobrino Agustín: cabras, aves, lombrices, gusanos y... de todo un poco. Bueno, pues con esa gran diversidad, cada paseo se convierte en una aventura. Sin exagerar.
El asunto del paseo tiene su aquel, que no es lo mismo salir a andar, que a pasear. A andar se sale y no se para durante la media, o la hora prevista para la actividad. Pasear es otra cosa, aunque vayas a buen ritmo, te puedes parar e investigar a tu alrededor... En ciudad es más aburrido... sí que es verdad que hay mucho que ver... escaparates... pero si quieres llevarte algo que te llame la atención, te cuesta la pasta; y ya a estas edades, aunque sigues mirando de reojillo todo lo que la calle te ofrece, no te vas a poner a investigar... un poco por vergüenza torera, y un mucho porque no te dejan. Darte un capricho en el campo, en cambio, sale mucho más económico y además no haces pasar vergüenza ajena: puedes parar y hacer una foto, o las que quieras -sin parecer un turista, como en la ciudad-, puedes coger unas almendras olvidadas en un árbol, un cogollito de brecol abandonado, unas espinacas silvestres o hasta una lechuga...
La otra tarde, durante el paseo, subimos al cerro para ver la puesta de sol, aquí hay unas puestas de sol chulísimas, como en muchos otros sitios, pero como yo estoy aquí, pues como que me fijo más en estas. A lo que iba, en el cerro hay una escombrera abandonada, tanto que uno de los taludes está cuajadito de madrigueras, que por el tamaño pueden ser de conejos o de zorros; de las dos cosas a la vez, no, que son un poco incompatibles. Serán conejos, porque hay muchas.
La escombrera no es gran cosa, sería mejor una cantera, pero bueno, es lo que hay y además de los escombros de rigor, encuentras muchos semifósiles vegetales muy originales, de los que ya tengo una buena colección. Mirando a ver, entre la montonera encontré una piedra, bueno, dos, pero la primera me llamó la atención porque es totalmente distinta al tipo de rocas del entorno y porque tiene una forma peculiar que hizo volar mi imaginación al Paleolítico y las hachas de mano de la época.
Por supuesto, me la traje a casa, encendí el ordenador y escribí en el buscador: "hacha de mano" y ante mí aparecieron tropecientas fotos de hachas de las de ahora, de las de hoja metálica y mango de madera... ¿qué sabe Google lo que yo busco? y añado "hacha de mano de piedra". Ahora sí, ahora se despliega ante mí lo que yo esperaba la primera vez: un montón de fotos de hachas de piedra prehistóricas de todas las formas y colores. Y una que se parece a la mía...
Si que es verdad que la de internet aparece toda talladita y trabajada, pero la mía, aún siendo más basta, cumple con la forma y tipo de material, y vaya, que no todos los trogloditas tenían por qué ser igual de mañosos tallando sus hachas. Mi hacha es muy amanosa, agradable al tacto y si me pongo a usarla, seguro que soy capaz de, al menos, abrir una almendra con ella. Así que, para mí, es un hacha paleolítica, pero si vienen de Patrimonio a preguntar, se encontrarán con una simple piedra de la escombrera del cerro.
El otro día un libro, hoy una piedra. ¡Uno es de aficiones intensas pero económicas!
A mi sobrino Agustín por inspirarme.
Me encanta tu sentido para encontrar cosas que aparentemente pudieran no tener ningún sentido. El hallazgo que nos ocupa bien pudiera tener su recompensa, hay coleccionistas de tal tipo de herramientas y dispuestos a dejarse unos "duros". Un abrazo
ResponderEliminar