lunes, 14 de enero de 2013

Las Rebajas del Cortinglés. 1ª Parte


OFERTA

Como tantos otros estos días, llegó a mis manos el folleto de las rebajas más mediáticas de la España nuestra, esas que esperan su comienzo el día “D” a la hora “H” multitud de personas para abalanzarse en tropel puertas adentro en busca de la ganga de las gangas, y que salían hasta hace poco en los telediarios ilustrando la noticia: Las rebajas del Cortinglés.

En portada, Maribeli Verdurilla nos pregunta ¿Qué es lo que deseas de este catálogo? y añade: Pídeselo a las rebajas,  y remata… si no queda satisfecho le devolvemos su dinero. Total, que va uno y le da un repasillo al folleto; sin mucho entusiasmo porque no esperas chollos, aún así, buscas, comparas y llegas a la última página y hete aquí que encuentras una tele chula que hace un mes estaba a 1.299 € en la tienda y que sorprendentemente ahora se queda en unos económicos 799 €.

¿Cómo es posible un rebajón tan considerable? En la oferta aparecen dos modelos que únicamente se diferencian en el tamaño (y en el precio) El modelo “A”, el más grande, tiene un precio inferior al modelo “B”, más pequeño. ¿Será un error? ¿Será un gancho para ese producto en cuestión? Busco el famoso párrafo en letra diminuta que dice algo así como … salvo error de impresión, y no lo encuentro por ningún lado.

A mi modesto entender, cuando te ofrecen algo en un folleto o en un comercio y el producto marca un precio determinado, uno tiene derecho a adquirirlo por dicha cantidad aunque sea un error del vendedor. Eso según el artículo 8 de la Ley General para la Defensa de los consumidores y usuarios; además, la publicidad es vinculante.
Así que, ¡Hala, a por la tele!

-  Buenas.
-  Buenas.
- Que si tienen la tele planimegaled HQ, que la he visto esta mañana en el folleto y estoy interesado en ella.
-   Pues sí, aquí la tenemos.
-  Pero ese precio… no es el del folleto.
-  A ver, déjeme ver. Pues es cierto … es un error de impresión. Su precio real es el que marca.
-  Ya. Pero el folleto dice otra cosa y yo quiero la tele a ese precio.
-  Yo no puedo hacer nada, si no le importa, llamo a mi jefe.
-   Pues lo llame.
(Cara de circunstancias durante un rato hasta que llega el jefe, todo amabilidad)
-  ¿Cuál es el problema?
-  Que quiero esta tele (la del folleto) y aquí el vendedor dice que el precio no es el correcto.
- Efectivamente, por desgracia se ha producido un error de impresión y se han cambiado los precios de dos modelos.
- Insisto, quiero ejercer mi derecho a comprar al precio marcado.
- No va a poder ser, al darnos cuenta del error, el Cortinglés ha enviado para su publicación una rectificación en el Mundo y en La Vanguardia y eso según los servicios jurídicos de la casa me permite negarme a vendérsela.
Pero este folleto venía encartado en La Verdad, y además no creo que la rectificación la conozca nadie que no sean ustedes.
- Ya, pero es lo que hay y la tele no se la lleva.
-  Pues quiero reclamar.
-  Pues reclame.
-   Me facilite una Hoja de Reclamación.
-  Faltaría más, en el mostrador del fondo, qué tenga buenas tardes.
- Gracias, muy amable.
- No las merece. A propósito, usted reclame lo que quiera, pero sepa que el Cortinglés no está adherido a la Junta Arbitral de Consumo.

Y hasta luego, Lucas.

Así que, para por si acaso, relleno la hojita en cuestión y me llevo las copias correspondientes, no vaya a ser que el todopoderoso Cortinglés no tenga tanta razón como su aplomado jefe mantenía y haya forma de tocarle las narices (en sentido figurado, claro)

Continuará…

2 comentarios:

  1. Estoy impaciente...la tele es mu chula....que tiemble el poderoso Cortinglé....

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  2. Jajajaja muy bien!!!! A RECLAMAR!!!
    **SYLVIA ALONSO**

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