Monasterio de Los Jerónimos |
Contra el muro Alonso-Alfonso
tropezó la peor y más larga gota fría que se recuerda en el levante español. Hay
un proverbio que comienza: “El hombre propone y Dios dispone…”, y eso les pasó
a Almudena y Juan Carlos a cuatro días de su boda. Ellos habían diseñado durante
meses, con todo mimo y detalle, una celebración que hiciera inolvidable ese día
tan especial para ellos, pero llegó la DANA y dispuso que todo aquello quedara
patas arriba y que hubiera que jugar de nuevo el partido en solo cuatro días.
En esos 4 días, a Almudena le dio
tiempo a todo, tuvo tiempo de echarse unos lloros de desconsuelo, a pensar en aplazar la boda… y también tuvo
tiempo de recomponerse y, apoyándose en ese muro del principio, que cada año
que pasa se hace más sólido e infranqueable, de poner de nuevo en marcha a su
equipo, y con la misma precisión que monta un baile con sus niñas en la
academia, a organizar una celebración para tropecientas personas, y esta vez, sí,
que todo saliera perfecto.
El Muro |
Siempre me quedan en la cabeza algunos momentos de la ceremonia
y últimamente, como he perdido algo de oído, el ratito de coloquio entre el
sacerdote y los contrayentes al pie del altar, me cuesta retenerlo, aunque algo
oí de tormentas interiores y exteriores y de lo contenta que estaba por haber
decidido continuar con la boda a pesar de las adversidades, porque estaba
resultando el día más feliz de su vida. ¡Pues claro, Almudena! La boda es la
boda y después de todos los festejos, al que te acabas llevando a casa es a
Juan Carlos, y no a los 400 de la celebración.
Si que, a pesar de mis problemas
de oído, algo me sigue atronando en la cabeza, y es el ¡Shemá Israel! que David se saca del cuerpo, que parece tuviera un
amplificador en el estómago y un sintetizador en la garganta (soy su fan) y que
los cielos se van a partir en dos si aumenta un poco más los decibelios.
David |
El cambio de ubicación de la
celebración, yo creo que al único que perjudicó fue al coche de los novios,
que, veterano él, le tocó ir cuesta arriba cuando al principio era cuesta
abajo; por lo demás, una celebración magnífica, con una temperatura ideal, con
todos pasándolo bien y contentos de ver a Juan Carlos y Almudena felices
después de tantos nervios y sinsabores.
Mi enhorabuena más sincera, para
vosotros y para el MURO que tenéis detrás y que siempre estará ahí, a las duras
y a las maduras.
P.D. ¡Ah!, el baile, magnífico y el porté de Dirty Dancing, ¡Espectacular! ¡Si te viera tu madre! (Es que es profesora de baile decía una asistente a otra; ahhhh!, claro...) y siguió la noche...
El Río |