domingo, 17 de septiembre de 2023

Pequeñas Elecciones

Sierra de María... al fondo

Tengo que andar. Por mí no lo haría. Si me preguntas ahora mismo, prefiero lo que estoy haciendo,  divagar escuchando música clásica con pájaros, sentado cómodamente. Pero claro, con esta sexagenaria edad que me contempla y las exigencias del cardiólogo en cuanto al peso y el ejercicio, no queda otra que hacer de tripas corazón y, por lo menos, por lo menos, hacerle caso e intentar andar todos los días.

A ver, que tampoco soy un sedentario recalcitrante, pero es que hacer cosas de porque sí, como que no va conmigo, así que tengo que encontrarle algún aliciente al hecho intrínseco de darle a la pata para ponerme en marcha sin rezongar demasiado. 

Llegado al momento de ponerse en marcha, surgen diversas opciones en función de la climatología, la topografía y el tiempo disponible. También, aún sin dar un paso, me planteo si llanear o hacer algo más exigente incluyendo subidas (y bajadas) para hacer un poco de cardio, como se dice ahora. Lo más creativo resulta no repetir recorridos y alternar días de llaneos con otros más exigentes. El resultado viene a ser el mismo, al menos en esta época de calores, volver chorreando como una esponja y con la satisfacción de, al menos, haber sudado la camiseta.

Otra elección importante es la de si caminar escuchando música, o lo que sea a través de los auriculares, o escuchándote a tí mismo y al ambiente que te rodea. Pues según, sobre la marcha, aunque generalmente me decanto por mi mismo y alrededores. En ciudad tengo claro que es mejor no aislarse del entorno, no vaya a ser que te pasen por encima sin que te enteres. En el campo casi prefiero también ir a pelo; voy perdiendo oído con eso de la sexagenaria, y si aún oigo el canto de algún pájaro, el sonido del aire entre los árboles, o el rumor del agua en las escasas ocasiones que la encuentro, eso que me llevo.

Andar, andar, andar... Yo al menos soy incapaz de hacer eso solo, así que también elijo intercalar otras actividades en mi caminar. Si subo una buena cuesta y las pulsaciones empiezan a alcanzar un ritmo demasiado alegre, pues me paro y espero a que bajen mientras contemplo el paisaje y me seco el sudor que empieza a empaparme. Si me topo con un buen pedregal, le echo un vistazo por si encuentro algún fósil o piedra divertida. Si son bichos o animales, ni que decir tiene que pierdo todo el interés por la caminata y me enfoco a ellos. Si el paisaje merece la pena una parada, pues me paro y hago una foto, o dos. Y así, poco a poco, le voy dando sentido, mi sentido, a eso tan genérico que es andar.

Ah! que no se me olvide, será una bobada mía, pero durante los primeros quince o veinte minutos de cualquier caminata, noto como una goma invisible me liga a mi sillón y tira de mis entrañas produciéndome una sensación de fatiga que, hasta pasado ese tiempo no se disipa y me permite seguir sin la goma y sin agobio.

Y en esos ratos, cuando no hay goma, ni agobio, ni cuánto llevo, ni cuánto me falta, ni nada de nada, es cuando me pierdo en mí mismo y disfruto como un enano y no existe el tiempo ni el calor, ni la sexagenaria. Por eso vuelvo a salir. 

N.A. El: música clásica con pájaros, es un enlace a YouTube con una música preciosa.

Girasol

Vanesa de los cardos

Podalirio

Gato serio

Libélula (Anisóptera)


Argiope lobata

Barbitistes

Ammonite y otro

Fósil dentro

Fósil fuera

4 comentarios:

  1. Me alegro de que acabes disfrutando de los paseos y me alegro de tus paradas para hacer fotos porque así las podemos disfrutar cuando las compartes!! 😜😘😘

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  2. Que fotos tan bonitas !!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  3. caminar es gratis, pocas cosas nos quedan así

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