domingo, 8 de septiembre de 2024

Las Rodillas

No me tengo por un agonías, pero por lo que me transmite mi entorno, parece ser que un poco, lo soy. Y tampoco es tema para discutir, así que algo habrá. El caso es que a lo largo de mi vida jamás me he preocupado por el estado de mis articulaciones, total, siempre han funcionado a demanda, sin un problema... salvo cuando se me salió un hombro en una atracción de feria allá por mi juventud y cuando repetí jugada en una caída en el monte ya más mayor. Salvo eso, nunca he tenido queja alguna... bueno, cuando era más chico tuve un derrame sinovial en una muñeca, que me obligó a lucir muñequera durante algunos años, hasta que aquello se solucionó por aburrimiento, supongo.

Mejor vuelvo al presente, no vaya a ser que me acuerde de más episodios articulares y no resulte la cosa tan idílica como planteaba al principio del párrafo anterior. Vuelvo al tema, las rodillas. Pues bien, sí que es cierto que progresivamente a lo largo de los últimos años, algún problema han ido dando, e incluso caí en manos de un entusiasta cirujano que me practicó una artroscopia en la derecha, por no se que historia de los cóndilos y repelar los cartílagos... en fin, que me propuse no repetir experiencia salvo necesidad extrema. y hete aquí que hace unos meses cumplí los 65 y por algún malévolo motivo se han enterado y han dicho ¡Aquí estoy! 

No es que lo hayan dicho con la boca, que no tienen, sino más sutilmente: la cosa comenzó tras una reparación de una línea portagoteros, que requirió revolcarse por el suelo en posiciones complicadas, haciendo fuerza con todo mi cuerpo, incluidas las rodillas, para sacar el maldito tubo roto y hacerle un torniquete provisional. Al día siguiente, la rodilla de los cóndilos y sus cartílagos repelados, comenzó a dar guerra en forma de clavo hundido a martillazos por debajo de la rótula a cada paso que daba. Por si sí o por si no, aguanté un par de meses con los dolores, por si se iban como habian venido, pero no. Así que acabé en urgencias donde un doctor muy amable me hizo un reconocimiento para decirme que roto, roto, no había nada, que algún menudillo de la zona estaría inflamado y provocaba los dolores y que para salir de dudas, pidiera hora con el traumatólogo para que me hicieran una resonancia y salir de dudas. Y tan contento que me fui de saber que no había nada grave -a estas alturas de la vida, una gran noticia-. Aún no he pedido la cita.   

Esto ya se está alargando innecesariamente con tanta batallita. El caso es que debo confesar, que desde hace un tiempo, no soy dueño de mis rodillas. Tal cual. Mi cabeza les dice de hacer y ellas ni puñetero caso, o muy a regañadientes. Me he vuelto ortopédico total y estoy horrorizado del motín que me está organizando mi propio cuerpo. Lo curioso es que hablas del tema con tus próximos (en edad) y ¡resulta que es tema común! El refrán dice que "mal de muchos, consuelo de tontos" y es cierto, no me consuela nada.

¿Qué hacer para intentar revertir o al menos ralentizar esta rebelión? Lo primero, escuchar a tus próximos y utilizar sus conocimientos sobre la materia para intentar aplicarlos en mí mismo; lo segundo buscar algún tipo de tutorial especializado en el tema; lo tercero y fundamental: hacerlo. Y en esta fase estoy ahora, para ver si en un tiempo, cuando mi cabeza les pida algo a las rodillas, estas respondan de modo razonable y sin remolonear demasiado. 

P.D. Este es el tutorial elegido para intentar recuperar mis rodillas: