lunes, 22 de octubre de 2012

Dos Españas

España. Esto es lo que hay, con sus ríos, sus montes y sus gentes. Ni más ni menos.

Cada vez estoy más convencido que lo de las 2 Españas es más cierto que la Ley de la Gravedad. Una de las Españas no la enseñan por la tele, es esa en la que se da prioridad al sensacionalismo sobre el equilibrio y al morbo sobre la información. Nos enseñan gamberros a palos con policías, a policías apaleando a un transeúnte despistado, a una monja secuestradora de niños, a un Rambo de pacotilla asesino en un pueblo manchego o a un presunto parricida de sus niños por despecho; y además con todo lujo de detalles y de medios, unidades móviles desplazadas, reporteros a pie de cuneta o de escalera, microfoneando entre los barrotes de un portal, persiguiendo furgones policiales, intentando una foto imposible. Todo por la audiencia, por el share de la puñeta, y bajo el sacrosanto paraguas de la libertad y el derecho a la información.

La otra España no tiene interés “informativo” alguno, no es mediática, es la de la gente normal, que va y viene a sus cosas, sus trabajos, sus vidas; que no se entrometen en lo ajeno y que repudian a la otra España. En esta España, un chaval se acerca a una papelera para arrojar el precinto y el envoltorio de un paquete de cigarrillos (y no es noticia porque no arranca de cuajo la papelera); una niña pequeña conduciendo su carricoche a toda mecha por la acera contra un servidor, que se aparta de un salto para no ser atropellado y su madre dedicándome un sencillo ¡perdón! en nombre de su hija (en vez de ponerme de chupa de dómine por interferir en su camino); un señor mayor auxiliado por media docena de solícitos viandantes, (de todas edades y condición), llamando al 112, intentando acomodarlo y reconfortarlo, dedicándole palabras tranquilizadoras mientras recobra el oriente y llegan los municipales y la ambulancia, sin que se aleje ninguno hasta dejarlo en buenas manos (y nadie sale en las noticias porque el buen hombre no ha sido víctima de un brutal ataque, quedando malherido en medio de la calle)

Hoy han pasado estas nimiedades (entre otras muchas de las que he sido testigo) Ninguna será noticia, no se rodará ningún reality, no habrá carnaza para los programas del morbo y la ordinariez.

Me quedo con esta España. Esta es la buena, la que se debería conocer fuera (y dentro) de nuestras costuras. 

3 comentarios:

  1. Que gran verdad y que grandísima tristeza.
    No interesa lo que no contenga morbo y desgracia...y cuánto más de ésta, pues mucho mejor...!! Vamos a dar de comer a los cerditos¡¡
    Lamentablemente nos toman por lo que creo que muchos no somos.
    Yo particularmente he dejado de ver televisión.
    Sólo deporte y cosas que me entretengan y evadan
    de muchas cosas que me rondan la cabeza.

    PD ¿Escuchaste la música Fernándo? (David Lanz)

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  2. Totalmente de acuerdo. Así es. Una cosa es la realidad y otra su traducción interesada en los medios de comunicación y otros discursos al uso. Solo la capacidad crítica, como la que da lugar a tu entrada, nos salvará. Se trata de una competencia básica para poder leer la realidad. No tenerla constituye una nueva forma de analfabetismo.
    El miedo y el pesimismo siempre fueron y son armas muy potentes al servicio de la ignorancia... y el borreguismo.


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