Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) 1 |
Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) 2 |
Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) 3 |
Llegan las navidades y con ellas las rutinas habituales. Rutinas no en sentido peyorativo, no, rutinas porque se repiten año tras año, y con pocas diferencias, como la de que las cosas, aún siendo las mismas, cada vez pesan más. Me refiero con ello a los bártulos del belén y los adornos navideños, que todos los años por estas fechas acarreo desde el trastero hasta casa en varios viajes nocturnos.
Y de eso va mi historia de hoy, de las excursiones nocturnas al trastero. Hace ya un buen puñado de años que la lámpara sobre la puerta que da acceso a la terraza del edificio cuenta con un pequeño inquilino. Lo descubrí por casualidad, allí arriba, acurrucado en la zona oscura y disfrutando de la calidez que le depara los ocasionales encendidos de luz por los usuarios de la terraza, un minúsculo pajarillo pasa buenamente las frías noches de invierno.
No negaré que en un principio intenté echarle el guante con una red de cazar mariposas. Por suerte para los dos nunca lo conseguí y tras unos cuantos lances infructuosos deseché mis malévolas intenciones. En una de aquellas ocasiones tuve un cómplice ocasional -a quién no delataré- con el que eché unas risas aunque fracasamos igualmente. No cazamos al pajarillo, pero siempre me acuerdo de él, (mi amigo), en llegando estas fechas, por el arte que tenía para cortar jamón ibérico y acompañarlo con un excelente vino en la barra de la cocina, dando por inaugurados los fastos navideños. ¡Qué tiempos!
Volviendo al colirrojo tizón del trastero, y dados los años transcurridos desde que nos conocemos, -yo diría que más de seis, o incluso siete-, tengo la duda de si será el mismo o algún descendiente. Yo prefiero pensar que siempre es el mismo y su visión me trae agradables recuerdos del tiempo que nos conocemos. Cuando abro la puerta y enciendo la luz, ahí está él, acurrucado sobre la lámpara, observándome muy quieto e intentando pasar desapercibido.
Ya lo dejo tranquilo. Hace mucho que desistí de cazarlo y él ya no huye cuando llego, y esta vez, aprovechando ese voto de confianza, me he permitido retratarlo para sacarlo a la luz de su discreto posadero. Si no hay que subir por otra cosa, nos volveremos a encontrar en tres semanas. A mi amigo espero verlo antes, aunque no haya pájaro ni jamón de por medio.
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