Glúteo, nalga: culo, al fin y al cabo. |
¿Quién no se ha planteado alguna vez que al sentarse en el váter con el culo desnudo, expuesto e indefenso, pudiera ser atacado por algún ser más o menos imaginario, repugnante y agresivo que hiciera presa en nuestras posaderas?
¡Que levante la mano el valiente que nunca lo ha pensado!
Situación por otra parte muy recurrente en las películas de miedo, monstruos, o alienígenas, precisamente por el miedo subconsciente que a casi todos nos suscita esa oscuridad desconocida, más allá del medio palmo de agua remansada en el fondo de nuestro inodoro.
El peligro está ahí, acechando en la penumbra, aunque en el caso que nos ocupa y poniéndonos en situación, ya tiene que ser habilidosa una serpiente con el grosor de un vaso de tubo (solo la cola), para morderle el trasero a Dña. Iris y, en un pis pas, darle la vuelta en el estrecho recinto donde ha cometido el desmán, al que se presume voluminoso cuerpo, para tomar las de Villadiego. ¡Vamos, que un váter no es el Lago Ness!
De todas formas, y para por si acaso, levantemos la tapa con cuidado la próxima vez que lo necesitemos, no vaya a ser que otra serpiente o algún cocodrilo despistado nos haga un siete en el trasero.
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