domingo, 14 de marzo de 2021

Explorando

Con R de explorando

Alguna vez lo he dicho aquí, si hay que elegir entre la playa o el campo, me quedo con el campo, y si no lo he dicho, lo digo ahora. La playa está muy bien, con su agua, su arena, sus chiringuitos, vamos, el lote completo; muy requetebién. El primer día y el segundo, y el tercero también, y hasta una semana si te pones, pero, "en pasando de ahí", el agua más o menos movida, es la misma todos los días, y la arena, la arena no tiene mucho que contar, si tienes suerte hay conchas o cantos rodados que dan para un rato de recolección, hasta que ya no te caben en las manos ni en los bolsillos del bañador, y lo tiras y empiezas de nuevo o lo guardas ¿dónde?... problemas. En cuanto a los chiringuitos, pues sí que está bien lo de la cervecita fría con las tapitas y demás, no lo voy a negar, y además, después de una semana, puede que sean el último refugio antes de sucumbir a la monotonía de las aguas y las arenas. !Ah¡ Se me olvidaba, te puedes bañar y bucear y hacer submarinismo, aunque esto último requiere algo de especialización, el equipo necesario, y tener los oídos a prueba de profundidades; ahí pincho yo, mis oídos no están para experimentos, pero las otras opciones son aceptables y gratificantes mientras la temperatura del agua acompañe, el resto del tiempo, arena y agua. Como nunca he tenido barco no puedo poner esta opción en la balanza de los gustos, aunque supongo que mejoraría mucho la opción playa.

Rambla de la Higuera. Dique de laminación. Aguas arriba

Rambla de la Higuera. Dique de laminación. Aguas abajo

No tengo barco, así que no hay opción. Sigo prefiriendo el campo. El campo en general, abarcando todo lo que no son casas rodeadas de asfalto y de más casas y más asfalto, es enorme, hay por todas partes y está al alcance de cualquiera en un gran número de opciones, tanto españolas como británicas: se puede pasear, andar (que es lo mismo pero más rápido y sin parar), también hacer jogging, trekking, running, senderismo de toda la vida... y también se puede explorar. Esto es lo mío, la sensación de lo desconocido, de hollar por primera vez donde nadie lo ha hecho antes, la posibilidad de descubrir constantemente lo que te ofrece la naturaleza, a nada que veas las señales y estés atento para descifrarlas. En una sola mañana de exploración y sin irte al quinto pino, puedes disfrutar como un cosaco de lo que encuentras a tu paso. Sin ir más lejos, en la última salida que hicimos, un rato, para hacer apetito antes de comer, exploramos unos campos de cebada comenzando a verdear, ribeteados de pinos carrascos en sus márgenes, mientras nos seguía a prudencial distancia un precioso perro de caza, posiblemente abandonado y maltratado, ya que por más que intentamos acercarnos a él, no hubo manera y mantuvo la prudencial distancia sin quitarnos ojo durante un buen rato. Más allá del perro encontramos un pequeño silo disimulado entre unos árboles, casi a ras de suelo, posiblemente para deshacerse de los animales muertos de las explotaciones ganaderas de los alrededores. Olía a rayos. 

Cueva. 1

El momento exploración de terreno desconocido no llegaba. Alguna que otra botella de vidrio bajo un pino, una escombrera llena de latas de cerveza arrugadas y desperdicios varios, jirones de plástico negro de los cultivos, huesos repelados de ovejas, huellas de neumáticos de moto por el terreno arenoso, son señales que delatan a las claras la presencia humana, así que la exploración se quedó en un nivel medio de emoción. Y aún así, mereció la pena. Mas allá de los pinos, y de unos almendros en flor, un camino serpenteaba hacia una rambla, sorteándola hacia los cultivos del otro margen. Un señora rambla, no un ramblizo cualquiera, así que siguiendo por su cauce nos encontramos con un dique de laminación, lo que da idea de la importancia de la rambla y de que la CHS hace su trabajo. 

Cueva. 2

Cueva. 3

La presa en miniatura guardaba una sorpresa en uno de sus laterales, una cueva, no muy grande, pero una cueva, con todos sus atributos: una buena oquedad que casi daba para estar de pie, un techo ennegrecido por el humo de multitud de fogatas, y hasta unos atisbos de estalactitas sobre la cabeza, muy propicios para un coscorrón. Fuera ya de la cueva y continuando rambla abajo, llegamos a la confluencia con otra rambla igual de amplia que la primera. Terminando con las ramblas, y una vez consultado el mapa, de vuelta en casa, la rambla del dique de laminación es la Rambla de la Higuera y la que confluye por su izquierda es la Rambla de las Buitreras que discurre a los pies de la Sierra del Gavilan, y ya, en un único cauce, vierten al Río Argos.

Cuevas

Volviendo al terreno, aún quedaba un último "descubrimiento", en la ladera de un cerro, a lo lejos, en la pared caliza se vislumbran unos huecos, que en un principio parecía un fragmento de acueducto, de los que quedan vestigios por la zona, pero que al acercar la imagen con el teleobjetivo, parecen más cuevas que otra cosa. Habrá que averiguar si son simples agujeros o, como la de la rambla, tienen un poco más de entidad y serán objeto de una próxima exploración.

Que no se me olvide, para ser un buen explorador es fundamental contar con la compañia adecuada. Y esa la tengo, la he tenido y espero seguir teniéndola siempre. Y todas estas historias serian imposibles sin ella.

2 comentarios:

  1. Hay que ver la que has liado para decirle a Marian que la quieres, macho.

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  2. Bonita historia de agradable lectura, querido amigo, bonita y complicada de entender para los playeros como el menda, a quienes igualmente nos encanta el campo, aunque no apreciemos la estructuras de laminación de avenidas, ni los cauces de evacuación de pluviales, sólo esa cebada verdeando -magnífico lúpulo para una buena pinta, tristemente desaprovechado- o esos pinos, almendros en flor, cultivos y senderos de agradable exploración. La playa te aburre, querido amigo, está claro que no es lo tuyo, y quizás tampoco lo de la "compañía adecuada", incluso que siendo lo tuyo lo desprecies porque a ella no le guste, a saber. Es más, creo que el barco reforzaría ese hartazgo que a buen seguro te llegaría tras un par de días de playa, no sería una opción válida para cambiar tu preferencia, aunque tampoco te veo con el barco en el campo, no sé qué pinta en esta linda historia, quizás sea un elemento que desconcierte al lector no iniciado como yo, con él pondrías rumbo a alguna parte, no sé dónde, pero lejos de la arena. Y sí, estoy de acuerdo con Miguel, al menos en parte, que tampoco entiendo eso de "compañía adecuada", otra de mis carencias, yo esperaba una declaración formal de agradecimiento, amor, gratitud, reconocimiento, deseo, promesa o similar. No sé si es mucho esperar. Quizás alguien más lo esperaba, aunque por prudencia no me atrevo preguntar. Ya ves que la sutileza no es lo mío.

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