viernes, 30 de noviembre de 2012

Setas de Ribera

Una seta

Dos setas

Tres setas

Tres días seguidos lloviendo y las setas salen como hongos ¿o será al revés? Bueno, lo mismo da que da lo mismo. Y esto que nace tan espontáneo ¿será bueno de comer? Siempre que me encuentro una seta me entra el mismo yuyu, ¿moriré envenenado entre terribles estertores y retortijones no más que por chuparme descuidadamente los dedos tras tocar uno de estos especímenes, como me inculcaron a fuego en el subconsciente infantil y ahí perdura? 

Sea como sea, salvo los champiñones y las setas de ostra que venden en el super, sólo me atrevo con los níscalos -guiscanos por el noroeste murciano- que me regalan mis amiguetes de la zona, y que los cocino y disfruto como un marqués, a pesar de tener un aspecto mucho más sospechoso que los que encontré en la ribera del río entre el pasto mojado. Pero pasar de lo dicho, a coger en el monte o en el río, estos o cualesquiera otros ejemplares, por mí mismo, va un abismo de atavismo congénito, que a estas alturas dudo en superar.

Y eso que este año no he pillado ni uno. (guiscano, claro)

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