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Plaza Mayor. Iglesia de La Trinidad y Lonja de Santo Domingo |
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Arcos |
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Ayuntamiento. Lonja del Alhorí |
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Torres de El Tardón (la del reloj) y La Trinidad |
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Casino. Lonja de la Regatería |
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Portada del Alhorí. Plateresca,
con el escudo del águila bicéfala de la Casa de Austria |
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Placa dedicada a Felipe III de Austria |
Desde la primavera del 92 conozco Alcaraz. Allí aterrizamos
una tarde primaveral y ventosa en busca de acomodo veraniego, cuando aún no se
estilaba lo del turismo rural que después se puso tan en boga.
Tras un intento en la cercana
Cazorla, y dado que el bolsillo no estaba para muchas alegrías, (como siempre,
por otra parte), conseguimos que nos alquilaran para el mes de agosto la casa
de los maestros en plena calle Mayor, y en ella pasamos uno de los mejores
veranos que recuerdo.
Fue el verano de la Expo, de las
Olimpiadas de Barcelona y de conocer a Gilberto y Almudena. De que Blanca y
Alvaro compartieran juegos y primeros pasos. De visitas de la familia y de los
amigos. De conocer que por aquellas tierras mi familia materna había sido
propietaria, y de que allí se establecían familiares lejanos y desconocidos con
los que compartía apellidos y la posibilidad de un panteón en el cementerio. El
mismo en el que están enterrados El Pernales y el Niño del Arahal, célebres
bandoleros de finales del S XIX y principios del XX y que murieron en una
refriega con la Guardia Civil.
Fue el verano de conocer una ciudad
señora y monumental a la que cada cierto tiempo siento la necesidad de regresar
para perderme por sus calles rezumantes de historia y de belleza. Una ciudad de
la que siempre me voy con pena. Por eso vuelvo.
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