martes, 10 de julio de 2012

Preparando la Inmersión

Submarino de Isaac Peral. Cartagena


Aunque ya tiene sus añitos, pues lo echaron al agua en 1888, el submarino de Isaac Peral está hecho un chaval, y a pesar de que no consiguió entrar en servicio y torpedear a los enemigos en su momento, ha sido mimado y cuidado con esmero por si hubiera que echar mano de él en cualquier momento para reforzar la flota española.

Hace unos días, saltó la noticia de que el único submarino español en activo, el S-70 Galerna, de la serie Tramontana, cuando lo iban a enseñar al público el Día de las Fuerzas Armadas, en Cartagena, se había dado un trastazo con el muelle en el atraque, sufriendo una rotura parcial en su casco, acompañada de una fuga de combustible y había dejado de estar operativo, por lo que el arma submarina de nuestra armada, al menos temporalmente, está desaparecida.

Será por eso, que mientras reparan los maltrechos tramontanas para volver al servicio activo, al vetusto ingenio de Peral le están lavando la cara y acondicionando, para re-botarlo al mar armado con su torpedo y defender a la Patria como su creador imaginó en su momento.

Abrir esa escotilla y entrar en su interior (con botellas de oxígeno) debió ser como volver al pasado y explorar el Nautilus.


Isaac Peral nació en el seno de una familia de tradición naval en 1851 en Cartagena. Cuando tenía 7 años a su padre, capitán de la Marina, lo trasladaron a San Fernando, en Cádiz.

A los 14 años Isaac Peral entró en la Escuela Naval, y a los 16 se embarcó por primera vez como guardiamarina rumbo a las Filipinas.

Proyecto del submarino

Cuando España entró en guerra con Alemania en 1885, Peral llevó al ministerio su proyecto, que se aprobó. Se le destinó un presupuesto de 5 mil pesetas (30 euros actuales) con las que Peral compró equipamiento extranjero para empezar sus investigaciones: aparatos ópticos en París, accesorios y torpedos en Berlín, acumuladores en Bruselas, aceros, motores eléctricos, hélices y tubos lanzatorpedos en Londres.

El primer submarino de la historia se botó en Cádiz en 1888.  A pesar de que no se le concedió permiso para efectuar la prueba que había solicitado el propio inventor, que era atravesar sumergido el estrecho de Gibraltar, desde Algeciras hasta Ceuta, el submarino demostró que podía navegar en inmersión a la voluntad de su comandante, con el destino, rumbo y cota predefinidas y en mar abierto.

Botadura en Cádiz. 1888

El buque podría recorrer 132 millas a 6 nudos y 396 millas a 3 nudos con un solo motor. Se sumergía mediante los acumuladores eléctricos que suministraban corriente a unas dinamos. Éstas por rotación, hacían girar dos hélices dispuestas en el eje vertical del submarino. Las hélices iban hundiendo la nave hasta que su resistencia era inferior a la presión del agua.

También podía atacar, sin ser visto, a cualquier buque de superficie. La Comisión Técnica alabó el éxito de las pruebas del primer submarino de la historia, sin embargo las autoridades desecharan el invento y alentaron una campaña de desprestigio contra la persona de Peral, quien descorazonado por el injusto trato recibido, pidió y obtuvo la licencia de la Marina en 1891. 


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